domingo, 29 de enero de 2012

Cambio climático, el desafío al desarrollo sostenible.

El cambio climático detrás de un Oscar 

El cambio climático dejó de ser un augurio, una exageración o una amenaza. Así lo demuestran los tornados, los huracanes, las inundaciones o el derretimiento de los polos. 
Existen todo tipo de evidencias sobre sus consecuencias y la certeza de que las acciones para resolverlo son impostergables. El cambio climático dejó de ser un problema de científicos para pasar enteramente a la escena política y, por supuesto, económica. 
En efecto, la principal razón por la que ahora se ha convertido en un tema global no es el Oscar recibido por el ex vicepresidente de Estados Unidos, Al Gore, que puede ser entendido como parte de una campaña mediática para poner en marcha lo que esta de fondo: el mercado ficticio de emisiones. Para este nuevo mercado la cuestión central no es evitar los impactos del cambio climático, ni menos ayudar a las millones de personas que ya sufren sus secuelas, sino que apunta al logro de ganancias y así aumentar aún más, la deuda ecológica que tiene el Norte con el Sur del mundo. Se trata de un mercado que concentra en pocas manos la riqueza que generará, pero que socializa los impactos del calentamiento global con los países más empobrecidos del planeta. 

El mercado de Carbono y los servicios ambientales 

El mercado de Carbono no es otra cosa que la compra de capacidad de absorción deCarbono y la consiguiente venta de derechos de emisión de CO2. Es conocido también como mercado de emisiones. Este nuevo y floreciente mercado no es una forma de disminuir la quema de combustibles fósiles –que son los principales responsables del calentamiento global- sino que, por el contrario, permitirá que aumente su consumo y al mismo tiempo premiará a quienes más lo hagan, pues tienen más oportunidades de entrar en un mercado subsidiado a cuenta del cambio climático. 
El mercado de emisiones es una forma de trasladar las responsabilidades y los impactos al Sur del mundo, creando nuevas amenazas para los pueblos, cuyos territorios serán ocupados por plantaciones forestales para supuestamente captar CO2, cuyos bosques serán entregados a empresas privadas para conservar (y vender) el carbono allí almacenado, sus tierras agrícolas serán destinadas a los cultivos para producir biocombustibles, sus tierras serán hipotecadas, sufrirán desplazamientos y expropiación, las áreas protegidas serán privatizadas. Los países y empresas del Norte quieren usar y controlar los bosques, que son grandes reservorios de Carbono, cuya conservación implica evitar emisiones de Carbono, para compensar sus emisiones industriales. 




En muchos casos, bosques supuestamente “degradados”, son sustituidos por monocultivos de árboles exóticos –y en el futuro cercano posiblemente transgénicos- para utilizar esas tierras en la absorción de Carbono de origen industrial. Este es un mecanismo creado por las empresas únicamente para beneficio propio en desmedro de los países del Sur. 
Mientras más contaminante es una empresa, mayor es el beneficio que obtendrá, pues ocupa la cuota de emisiones del país obligado a hacer reducciones. La empresa se ahorra dinero al evitar tener que hacer gastos en cambios tecnológicos en su lugar de origen y, a cambio, recibe subsidios estatales, créditos de la Banca Multilateral y ganancias directas con los proyectos que instrumenta en los países del Sur, plantaciones forestales,biocombustibles, transferencia tecnológica-, además de los réditos fiscales por invertir en proyectos supuestamente “verdes”.

Esquizofrenia total y ganancia absoluta al financiar miles de millones de dólares a proyectos petroleros que producen calentamiento global y, al mismo tiempo, otros tantos en proyectos de reducción de emisiones para, engañosamente, paliar los efectos del cambio climático. Para que el comercio de emisiones sea un buen negocio, se requiere la creación de una mercancía bajo la figura de servicios ambientales, que los países del Norte la están inventando. 
Los servicios ambientales son una nueva forma de convertir en mercancía lo que aún no estaba en el mercado: fundamentalmente el aire, el agua, el mantenimiento de la biodiversidad, la fotosíntesis, el ciclo del Carbono. 

Son propuestas que aparentan ser buenas, pues permitirían a las poblaciones locales cobrar dinero por el mantenimiento de los bosques, cabeceras de ríos, cuencas hidrográficas, etc., sin embargo, en la práctica se enajena los derechos de los pueblos pues pierden el control sobre sus tierras y territorios, además de que se deterioran sus recursos, garantizándose así sólo los derechos de los compradores del servicio. 
La venta de servicios ambientales viene acompañada por una campaña para acceder al control de extensas áreas, muchas de ellas protegidas y otras estratégicas por sus funciones climáticas y biológicas.  

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